domingo, 21 de septiembre de 2008

Túnel en el espacio - Robert A. Heinlein 1955


Capítulo Primero

LAS HORDAS EN MARCHA

La tablilla de avisos de la sala de conferencias 1712-A del Colegio Superior Henry Patrick, aparecía iluminada por una intensa luz roja. Rod Walker se abrió camino entre un grupo de estudiantes y trató de ver la noticia sensacional publicada. Recibió un codazo en el estómago acompañado de:
—¡Eh, hombre, no empujes!
—Perdona, no te lo tomes así, Jimmy.
Rod tomó el codo entre sus dedos de hierro, pero no apretó y trató de leer por encima de la cabeza de Jimmy Throxton.
—¿Qué hay en la tablilla?
—Hoy no hay clases.
—¿Por qué?
Una voz cercana al cuadro de anuncios le contestó.
—Porque mañana será el «Ave César, los que van a morir te saludan».
—¿De veras? —Rod sintió que su estómago se encogía como siempre en vísperas de exámenes. Alguien se marchó de allí y consiguió ver el aviso:
COLEGIO SUPERIOR HENRY PATRICK
Departamento de Estudios Sociales
NOTICIA ESPECIAL a todos los estudiantes del Curso 410
(Oposiciones al tema Supervivencia Adelantada.
Catr. Dr. Matson, 1712-A MWF)
1. No habrá clase el viernes 14.
2. Por el presente se da aviso con veinticuatro días de anticipación de los exámenes finales de Supervivencia Individual. Los estudiantes se presentarán para la prueba física a las 0900 del sábado en el dispensario de Templeton Gate y empezarán a franquear la puerta a las 1000, empleando intervalos de tres minutos por grupo.
3. Condiciones de la prueba:
Todos los planetas, todos los climas, todos los terrenos.
Ningún reglamento, todas las armas, todos los equipos.
Están permitidas las parejas, pero no se autoriza la entrada por la puerta acompañados.
La duración de la prueba es no inferior a cuarenta y ocho horas ni superior a diez días.
4. El Dr. Matson estará disponible para consultas y consejos hasta el viernes 1700.
5. La prueba puede ser pospuesta con la sola recomendación del médico examinador,
pero todo estudiante puede retirarse del proceso sin penalidad administrativa hasta el sábado 1000.
6. Buena suerte y larga vida a todos...
(s) B. P. MATSON, Sc. D.
Aprobado
J. R. ROEDERICK, por el Comité. Rod Walker volvió a leer el aviso lentamente mientras trataba de calmar el temblor de sus nervios. Comprobó las condiciones de la prueba... ¡Como..., aquello no eran condiciones sino carencia total de condiciones, ningún límite de ninguna especie! Podían introducirlo a uno por una puerta y un instante después encontrarse frente a un oso blanco a cuarenta bajo cero o luchando con un pulpo en las profundidades del agua
salina.
O, añadió, enfrentarse con algún monstruo de tres cabezas en un planeta del cual no se había oído nunca hablar.
Oyó una voz de soprano que se lamentaba:
—¡Veinticuatro horas! ¡Si quedan ya menos de veinte! Esto no es leal.
—¿Qué más da? —preguntó otra muchacha?—. Me gustaría que empezasen ahora mismo. No voy a cerrar los ojos esta noche...
—Si teníamos que disponer de veinticuatro horas para prepararnos, tenían que dárnoslas. Justicia es justicia.
Otra estudiante, una muchacha zulú, alta y negra, se rió suavemente.
—Vamos a decírselo al Decano...
Rod se apartó del grupo arrastrando a Jimmy Throxton. Creía saber lo que el «Decano» Matson hubiera dicho..., algo acerca de lo desatinado de la equidad en la supervivencia. Mordió el cebo del párrafo cinco; nadie podía decir ni «mu» si abandonaba la prueba. Después de todo, la «Supervivencia Adelantada» era en realidad un curso del colegio; se graduaría sin él.
Pero en el fondo sabía que si flaqueaba ahora no volvería a emprender el curso nunca
más.
—¿Qué te parece todo esto, Rod? —preguntó Jimmy nervioso.
—Muy bien, creo. Pero no sé si ponerme o no mi camiseta de manga larga. ¿Crees
que el Decano nos ayudará?
—¿Él? ¡Qué va! Para él el colmo del humorismo es una pierna rota. Este hombre sería capaz de comerse a su abuela sin sal.
—¡Vamos, vamos! Le pondría sal... Oye, Jim... ¿Has visto lo que dicen de las parejas?
—Sí, ¿qué hay? —dijo Jimmy apartando la mirada.
Rod sintió un momento de irritación. Estaba haciendo una oferta tan delicada como una demanda de matrimonio, la oferta de poner su vida en la misma cesta que él... El gran
riesgo de la prueba es que el hombre tiene que dormir de cuando en cuando..., pero una pareja puede repartirse el trabajo y vigilar por turno.
Jimmy tenía que saber que Rod era mejor que él, con cualquier arma o las manos vacías, la proposición era ventajosa para él. Y no obstante allí estaba, vacilando, como si Rod pudiese ser para él un estorbo.
—¿Qué te pasa, Jim? —dijo Rod humildemente—. ¿Crees que estarás más seguro yendo solo?
—¡Eh, no..., no es exactamente esto!
—¿Quieres decir que prefieres no hacer pareja conmigo?
—¡No, no; no quiero decir eso!
—Entonces, ¿qué quieres decir?
—Quiero decir... Oye, Rod, desde luego te doy las gracias. No lo olvidaré. Pero este aviso dice algo más también.
—¿Qué?
—Dice que podemos olvidarnos del maldito curso este y, sin embargo, graduarnos. Y la verdad es que no sé qué falta me hace para mi negocio de telas al por menor.
—¿Eh? Creía que ambicionabas llegar a ser un abogado de reputación mundial...
—¡Y así la jurisprudencia exótica perderá su mejor joya!... ¿Qué me importa, entonces?
Mi anciano padre será muy feliz al saber que he decidido seguir en el negocio de la familia.
—Quieres decir que tienes miedo...
—Bien, es una de las maneras de decirlo. ¿Y tú no?
—Sí, tengo miedo —dijo Rod después de haber hecho una profunda inspiración.
—¡Bravo! Entonces vamos a hacer una demostración clásica de cómo sobrevivir y seguir viviendo yendo al despacho del Registrador y firmando valientemente las hojas de renuncia.
—¡Oh, no, ve tú delante!
—¿Quieres decir que sigues adelante?
—Así lo espero.
—Mira, Rod. ¿Has visto las estadísticas de las clases del año pasado?
—No. Ni quiero verlas. Adiós. Rod dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta de la clase, dejando a Jimmy mirándolo con una mirada llena de turbación.
La sala de conferencias estaba ocupada por cerca de una docena de estudiantes. El doctor Matson, el «Decano», estaba sentado a la manera de un sastre en una esquina de su mesa perorando sin el menor formalismo. Era un hombre pequeño y flaco, con un rostro reseco, un parche sobre un ojo y le faltaban tres dedos de la mano izquierda.
Llevaba en el pecho una serie de cintilas miniaturas, indicando los servicios prestados durante las tres primeras expediciones; una de ellas llevaba un diminuto grupo de diamantes que lo delataba como el último sobreviviente del grupo.
Rod se metió en la segunda fila. El ojo del decano se fijó en él mientras seguía perorando.
—No comprendo las quejas —dijo jovialmente—. Las condiciones de la prueba dice «todas las armas», de manera que pueden ustedes protegerse en la forma que quieran, desde la primitiva honda, hasta la bomba de cobalto. Yo creo que el examen final tendría que ser con las manos vacías, ni siquiera una lima de uñas. Pero el Consejo de Educación no está conforme, de manera que en su lugar lo haremos de esta manera idiota.
Se encogió de hombros e hizo una mueca.
—¡Eh, doctor! Creo que el Consejo sabe que vamos a tropezamos con animales peligrosos...
—¿Eh? ¡Oh, seguramente!
—Doctor, si lo dice usted literalmente...
—¡Sí, sí!
—¿Entonces supongo que, o seremos mandados a Mithra donde tendremos que buscar monos de la nieve o seguiremos en Tierra, y llevados donde podamos encontrar leopardos? ¿No es eso?
El decano movió su cabeza con desaliento.
—Muchacho, me parece que hará mejor en abandonar este camino. Esos pobres brutos no son peligrosos.
—Pero Jasper dice en Animales de Presa y sus Víctimas que los dos son astutos y peligrosos.
—¡La tía de Jasper! Hablo del verdadero Rey de las Bestias, el único animal que es siempre peligroso, incluso cuando no tiene hambre. El bruto de dos patas. Mire a su alrededor...
El profesor se inclinó hacia delante.
—Lo he dicho diecinueve docenas de veces, pero todavía no me creen. El hombre es el único animal que no puede ser domado. Vive años y años pacíficamente como una vaca, cuando le conviene. Después, cuando no le conviene, hace que un leopardo parezca un gatito recién nacido. Lo cual cuenta doble para su hembra. Dirija otra mirada a su alrededor. Todos amigos. Hemos pasado juntos pruebas de supervivencia en grupo, podemos fiarnos unos de otros. ¿Entonces? Les hablaré acerca del grupo Donner en la Primera Expedición a Venus. De todos modos el área de prueba comprenderá varias clases más, todas desconocidas de ustedes. —El doctor Matson fijó sus ojos en Rod—.
Odio ver a algunos de ustedes querer pasar esta prueba, de veras. Algunos son ciudadanos por naturaleza; me parece que no he conseguido introducirles en la cabeza que donde van a ir no hay policías. Ni yo estaré a su lado para darles una mano si cometen algún estúpido error.

Editorial: Edhasa
Año publicación: 1962 (1955)
Temas: Literatura : Ciencia ficción


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