Autora: Meri Pas Blanquer
Género: Poesía
Editorial: Torremozas
Publicación: 2016
A una manzana del paraíso es una exploración descarnada de días y noches que amalgamándose como inseparables amantes transitan unas veces con armadura de acero y otras con refinada seda sobre los caminos más escabrosos de la memoria, el erotismo, la muerte o el amor.
Como viajeros desorientados los poemas nos arrastran por planetas de incendios y cremaciones donde la autora es capaz de rastrear con olfato desmesurado la manera de sobrevivir y oxigenarse soportando los desniveles más tortuosos.
Con un lenguaje potente y metafórico la poeta nos habla sin concesiones de sus disquisiciones cotidianas como si fueran milagros imposibles para después desnudarnos emocionalmente y hacernos partícipes de sus conclusiones de la manera más impúdica posible.
Los poemas de este libro alteran como caníbales los parámetros habituales de supervivencia atrapando al lector de manera irremediable y escandalosamente humana.
He aquí un poema del libro ¡Juzguen ustedes mismos!
EL JARDÍN DE LAS DELICIAS
De pronto unas siluetas
atardecen como una instantánea
color sepia.
Los relojes se han parado
y un relumbrón de paz
ha interrumpido los oficios
y el vuelo de las aves.
A través de la traslúcida ventana
se adivinan los sedosos perfiles.
Cuatro pupilas dilatadas brillan
imbricadas y entre los visillos
de organza,
dos hermosas damas
trenzan en sus cuellos
el bálsamo amoroso.
Una huele el ropaje de la otra,
y la otra,
ávida de la sustancia de la una,
se adentra en su cráter inflamado.
Las embelesadas amantes
se traspasan la piel y se alborozan
en sus límites.
Se enredan los cabellos
en la miel del beso hirviente
y la parte interna de los muslos
es una incisión que reverdece.
La perfección es un mandala
que lubrica el multiplicado labio
esparciendo zumo de jazmín.
¿Quién se atrevería
además de las cortinas venecianas
a importunar el cortejo divino
que derrota la penumbra
en el jardín de las delicias?
atardecen como una instantánea
color sepia.
Los relojes se han parado
y un relumbrón de paz
ha interrumpido los oficios
y el vuelo de las aves.
A través de la traslúcida ventana
se adivinan los sedosos perfiles.
Cuatro pupilas dilatadas brillan
imbricadas y entre los visillos
de organza,
dos hermosas damas
trenzan en sus cuellos
el bálsamo amoroso.
Una huele el ropaje de la otra,
y la otra,
ávida de la sustancia de la una,
se adentra en su cráter inflamado.
Las embelesadas amantes
se traspasan la piel y se alborozan
en sus límites.
Se enredan los cabellos
en la miel del beso hirviente
y la parte interna de los muslos
es una incisión que reverdece.
La perfección es un mandala
que lubrica el multiplicado labio
esparciendo zumo de jazmín.
¿Quién se atrevería
además de las cortinas venecianas
a importunar el cortejo divino
que derrota la penumbra
en el jardín de las delicias?
Meri Pas Blanquer
Nota: Este texto se puede difundir libremente por el espacio sideral
Imágenes: Rodin, Man Ray
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